Melodía Rutinaria
Cobijado por una santería
que hierve alfileres
me quedo hamacándome
en el rumor hipnótico
de una sirena que se extingue en la represa
Si la sangre gotea debajo de la puerta
hay una correa
que espera
recorrer suave
el filo, de una melodía rutinaria
Sentado en el fondo
le pongo la mejilla
al vidrioso suelo de un sótano
Desayuno en el hospital de estampillas
la naranja exprimida a diario
hace círculos
con botella rota en mano
rindiendo cuentas en silencio
al cinturón, que con los años
se fue pegando, a los huesos de ella
Para masajear un alfiler
de esos, que con ansiedad
apuran al perro rengo
que termine con la última pieza
arme la ternura en la cuna que construye
él solo
a la orden de dios trepado a un techo
para que visiten sus dueños
al caballo atado
que mendiga en la esquina
Y hoy es
la feliz navidad incestuosa
si tan solo fuera perseguido
por una maqueta de iglesia
y sonara la nariz roja
a la feliz navidad incestuosa
Concordia
será una mañana
donde cortar la maleza
sea para despejar las vías
y todo caerá en olvido
la vecina que espanta al cañaveral
abrir encomiendas
y encontrar baldosas
despertar insolado
por el perro rengo
que tironea de la camisa
que siempre voy a vestir mañana
Entonces,
que se puede saber
cuando se baja de la cama
robando un beso
de sótano
afiebrado
al busto
que siempre se le paso el paño frio
cuando se enciende temprano la radio
de un sorbo en la botella rota
Nada.
solo hay saliva de barro
que se esconde en el bolsillo
La vecina que espanta al cañaveral
sigue tirando las cartas
sobre el puente que mira de reojo
la catarata de durmientes
No cambia la música
la pista de baile con implantes
si la sangre gotea debajo de la puerta
Las visitas esperan
en un pasillo
que parpadea la luz
sobre retratos de clavos
anclados en la costa
si la sangre gotea debajo de la puerta
Entre Ríos
es
Repetir
Repetir, Repetir
con el aliento de represa
con su verano oxidante,
en la playa de maniobras
con el corso como trastienda,
de las fosas de furgones
con la pelota que rebota en el muro
con la hoja que se pasa de largo
con el mechón rubio que se conquista
en año nuevo
Entre ríos
si extendiera el brazo
a un mapa, que escapa a la cruz
que lleva Buenos Aires
y sea
tan solo
un susto
que se dé buenos noches
al seminarista
que se cartea
como calabozo que asecha
en los espejos de bolsillos
que se coleccionan.