Me dijiste; no soy de alguna parte ni de una totalidad, ni un cuerpo compartido, ni varias cabezas, ni una huella que testimonia una historia, ni una gota que sangra una pista, ni una lengua que lame la sed que se revuelve en la luz del día.
En el esta el bicho que repta, la víbora que corre sin cabeza, el observador silencioso que sabe su pecado. La violación escondida sobre los hilos que tejemos el enigma de una voz culposa de nuestra familiaridad taciturna.
Ya conocí tu lengua áspera, tu aroma incierto en las alturas, el vértigo del silencio muerto sin espera, la caída de un cruce. La postal de un rehén de un lugar donde es habitado por todos y por nadie.
Llevaste el control de la rabia de los perros que devoraron el rebaño para que solo habiten las crecidas de los pastizales y oculten la profundidad de los ríos. Rios que no sabemos de sus corrientes ni de sus caudales pero si nos avisan los precipicios que acostumbramos caer.
Te confieso que las luces artificiales no prenden el ojo que arroja piedras en la cima de la montaña.
Por que, hasta hoy busque un rostro parecido y una boca sincera que me hable y me pregunte si es verdadero su malestar inhumano y si es de un cielo subterráneo su procedencia.
Vendrá pronto, caminara invisible, hara que el agua tiemble. El barro hundira a los mezquinos y a sus momumentos, la lava los hara correr hasta que pierdan el conocimiento y historia de sus nombres.
El fuego se hara presente con risas grotescas. Los animales de este mundo, las especies que lo habitan, los seres que aun permanezcan vivos se le acercaran, permaneceran quietos, prudentes a la espera de la accion maxima que ejemplifique el desvío anunciado.
Ciego el que baje la vista y no mire firme al semblante del mesías oscuro, puro el que destripe el alma de los débiles que huyen ante un escándalo de esta tierra,
Hace años que vengo escuchando esto, se aproxima en llegar y nunca aparece finalmente.
